El pasado sábado, siete hermanos y hermanas de personas con síndrome Prader-Willi participaron en una nueva sesión de acompañamiento emocional, conducida por la psicóloga Verònica Rodríguez.
Estos encuentros, pensados sólo para ellos y ellas, se han convertido en una pieza clave de nuestro acompañamiento familiar. Un espacio confidencial en el que todo lo que se dice queda dentro del grupo, respetando el tiempo y las emociones de cada uno.
Ser hermano o hermana de una persona con discapacidad puede despertar sentimientos muy diversos: cariño, responsabilidad, miedo, tristeza, orgullo, frustración… y, a veces, también soledad. A menudo estos sentimientos conviven en silencio, porque no encuentran un espacio donde ser escuchados sin filtros ni juicios.
Por eso, estas sesiones son tan importantes: porque permiten poner palabras a todo lo que cuesta expresar, compartir experiencias con otras personas que viven situaciones similares y sentir que no están solos.
En la Asociación continuaremos abriendo estos espacios de cuidado y escucha, porque acompañar también significa reconocer y sostener las emociones de todos los miembros de la familia.
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